Cuando fui a Gijón en bus me quedé muy impresionada con la variedad de paisajes que puedes encontrar en las 13 horas que dura el viaje. De cualquier manera, no era la primera vez que pensaba en eso: ya desde hace tiempo tengo mis momentos preferidos en el camino en coche hasta el pueblo o en otro trayecto bastante conocido como es Cádiz-Sevilla.
Desde entonces he estado documentando todos los viajes posibles y ha sido un trabajo mas difícil del que se puede imaginar: las fotos no son al azar, pero contamos con el elemento de la velocidad que inevitablemente me obliga a dejar un margen de error del que me he convertido en fan: nunca me he sentido muy afín al concepto de perfección que me llega desde fuera. Perfectas son, al menos para mi , las imágenes en medio de ninguna parte, lo que hay en el camino y ni miramos ni mucho menos visitamos, así que nuestra mente decide olvidarlas.
Este es un pequeño ejemplo de la serie, basada en el concepto de nómadas (para bien o para mal, en estos tiempos, la mayoría de nosotros somos y seremos nómadas en contra de nuestra voluntad) donde la sabiduría reside en el trayecto y no en el destino. Es una road-movie, la mía, pero en fotos.
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